Cuento.

Erase una vez en un país muy lejano una chica que comenzó a llorar, era un mix (como los congamix de diana.) Habían muchos sentimientos, entre ellos premenstruales, desamores, hormonas femeninas que impedían al cuerpo moverse, dejándolo lánguido cual robot sin baterías, pero la tristeza profunda de aceptar las realidades de ser toda una adulta era lo que la hacía derramar las verdaderas lagrimas y atragantarse con los nudos. La chica pensaba que todo era injustamente injusto y estaba vencida sin aliento, no podía detenerse y no estaba mas que con el ambiente de soledad. El frió de la atmósfera no ayudaba en nada, el cielo blanco gris de la ventana tampoco, no tenia a quien llorarle.

                       Es como cuando estamos pequeños -dijo- que le lloramos a nuestros padres para obtener lo que queremos, los vemos a los ojos con las lagrimillas rodando en nuestras mejillas y el ceño fruncido, como para hacerlos sentir culpables de nuestro atroz sufrimiento. Y a mi quien me ve? -decía- a quien diablos le lloro si acá todos son robots, a quien odio? a quien hago enojar? a quien le echo la culpa? si acá a nadie le importa nada. Que dichosas son entonces las chicas que viven peliandose con los novios en aquella pequeña provincia, llamando la atención y odiando a sus amigas por abrir la boca y decir algo que no se debería haber dicho! 

JA JA JA JAJAJAJAJA -entre el llanto se echo una enorme carcajada y dijo sollozante: Y pensar que aquel día lloraba en un parque, entre ese aire de tarde soleada, hermosa tarde soleada, llorando, encolerizada, odiandola por que no quería que se dieran cuenta que no estaba estudiando y ella se lo dijo a "G"!!!, como si ese fuera un gigantesco problema, como si fuera el propio apocalipsis maya, como si ahí se acababa el mundo, JAJAJAJA y me pelie y enoje con ella, pensando que era la persona a quien mas quería y me pagaba con la "traición", y ella se burlaba de mi frente a mi cara, burlándose de mi llanto como si yo fuese su payaso, su mascota, "la tontita" porque hasta hoy comprendo bien que era ridículo e ingenuo, estúpido e indio, realmente ilógico llorar por eso. -exhaló profundamente que se convirtió en suspiro- cuanto no diera por estar llorando como retrasada mental ahí, sin vergüenza, por tener mi pequeña cabeza en los hombros de otra chica loca que vendía dulces y que en momentos así, era muy dulce y amable, por pasar una tarde en ese parque, como si no existiere futuro, por la luz del sol chocando nuestros rostros en aquel bus viejo que nos conducía al centro, entre contentos y enojados, como cómplices sabiendo que en el fondo todo era una farsa. Por amanecer al otro día y como por arte de magia estar de nuevo bien, comiendo tortas felices para siempre. Fin.


 Soñé con vos y fui muy feliz. (ese es el nombre del cuento)

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